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Imagen de un callo en el pie que ilustra cómo tratar los callos de forma segura y profesional

Cómo tratar los callos y durezas de forma efectiva y segura

Los callos en los pies son una afección frecuente que, aunque suele considerarse un problema menor, puede causar molestias significativas si no se trata a tiempo. Se forman como una respuesta natural del cuerpo ante la fricción o presión constante, creando una capa de piel engrosada para proteger las zonas más sensibles del pie. 

Aunque en muchos casos los callos no representan un riesgo grave, ignorar su tratamiento puede derivar en complicaciones. Para evitar estos problemas, es importante conocer cómo se forman, cuáles son los métodos más seguros para eliminarlos y qué medidas se pueden tomar para prevenir su aparición.

Cómo aparecen los callos en los pies

Los callos no aparecen de forma espontánea, sino que son el resultado de una agresión repetida sobre una misma zona del pie. La fricción constante o una presión excesiva desencadenan una reacción en la piel que la lleva a engrosar progresivamente para proteger los tejidos internos.

Este mecanismo de defensa del cuerpo es útil hasta cierto punto, pero cuando la acumulación de piel endurecida es excesiva, puede provocar dolor, molestias al caminar e incluso dificultades en la postura.

Existen múltiples razones por las que los callos pueden aparecer en los pies. Entre las causas más frecuentes se encuentran:

  • Uso de calzado inadecuado: Los zapatos que no se ajustan correctamente pueden generar presión o fricción en determinadas zonas del pie. Un calzado demasiado apretado puede presionar los dedos, mientras que uno demasiado holgado puede hacer que el pie se desplace dentro del zapato, aumentando la fricción.
  • Deformidades en los pies: Algunas condiciones como los juanetes, los dedos en martillo o la falta de un correcto apoyo plantar pueden generar puntos de presión donde se forman callosidades.
  • Falta de hidratación: La piel seca es menos elástica y más propensa a desarrollar zonas de engrosamiento, lo que facilita la aparición de durezas y callos.
  • Uso excesivo de tacones: Este tipo de calzado desplaza el peso del cuerpo hacia la parte delantera del pie, aumentando la presión en la zona metatarsiana y favoreciendo la formación de callos.
  • Caminar descalzo sobre superficies duras: Esto provoca un impacto repetitivo en las plantas de los pies, lo que puede hacer que la piel reaccione generando durezas.

Cómo saber si lo que tengo es un callo

Es importante reconocer un callo para evitar confundirlo con otras afecciones dermatológicas que pueden presentar síntomas similares, como las verrugas plantares o las durezas simples.

Los callos se caracterizan por:

  • Tiene una textura gruesa y endurecida, con un centro más compacto.
  • Aparecer en zonas de presión o fricción repetida, como los dedos, la planta del pie o el talón.
  • En algunos casos, pueden generar molestias o dolor, especialmente cuando se ejerce presión sobre ellos.
  • A diferencia de las verrugas plantares, los callos no presentan puntos oscuros en su superficie.

Cuando un callo es muy doloroso o presenta signos de inflamación, lo más recomendable es acudir a un podólogo para que haga un diagnóstico y establezca el mejor tratamiento.

Cómo tratar los callos

Los callos en los pies son una respuesta de la piel ante la fricción o presión repetida, y aunque muchas personas intentan tratarlos por su cuenta, la forma más segura y efectiva de eliminarlos es acudir a un podólogo. Un tratamiento mal realizado puede provocar lesiones, infecciones o que el callo reaparezca con más fuerza.

El podólogo evaluará el tipo de callo, su localización y la causa que lo origina, ya sea por calzado inadecuado, alteraciones en la pisada o problemas estructurales del pie. A partir de este diagnóstico, determinará el tratamiento más adecuado.

Entre las técnicas profesionales más comunes está el raspado clínico, que elimina la piel engrosada con precisión, sin dañar el tejido sano. Esta intervención ofrece un alivio inmediato del dolor y la presión. En otros casos, el podólogo puede optar por un limado controlado o valorar la necesidad de plantillas personalizadas si detecta una distribución anormal de la carga en el pie.

Además, tras el tratamiento, el especialista puede recomendarte productos específicos para hidratar la zona, prevenir la reaparición y mantener la piel en buen estado.

Si tienes callos dolorosos, persistentes o recurrentes, no lo dejes pasar. Acude a consulta podológica y trata el problema desde la raíz con la atención que tus pies necesitan.

Qué complicaciones pueden tener los callos

Si los callos no se tratan adecuadamente, pueden derivar en dolor persistente que afecta la marcha y la calidad de vida. Al ejercer presión sobre los tejidos profundos, pueden provocar una mala distribución del peso, alterando la pisada y generando molestias en rodillas, caderas y espalda. Además, el roce continuo puede inflamar la piel circundante, causando sensibilidad y molestias al caminar.

Cuando los callos se agrietan o se intentan eliminar de forma incorrecta, pueden aparecer infecciones, caracterizadas por enrojecimiento, hinchazón y secreción. En personas con diabetes o problemas circulatorios, la piel endurecida puede convertirse en una úlcera difícil de curar, aumentando el riesgo de complicaciones graves. La cicatrización lenta y la falta de sensibilidad en los pies hacen que estas lesiones pasen desapercibidas, agravando el problema.

Para evitar estas complicaciones, es fundamental acudir a un podólogo ante cualquier molestia o si los callos reaparecen con frecuencia. Un tratamiento profesional no solo eliminará la dureza de manera segura, sino que también permitirá identificar y corregir la causa que los origina, evitando que el problema se repita y garantizando una mejor salud del pie.

La prevención es clave para tratar callos

Evitar la aparición de callos es mucho más sencillo que tratarlos una vez que ya se han formado. Por eso, es importante adoptar una serie de medidas preventivas que ayuden a mantener la piel de los pies en buen estado.

Algunas recomendaciones clave incluyen:

  • Usar un calzado adecuado, que no genere puntos de presión excesivos ni roce en zonas sensibles.
  • Hidratar los pies diariamente con cremas específicas para piel seca.
  • Utilizar plantillas personalizadas a medida si es necesario, para mejorar la distribución de la presión en el pie. Valorando si hay puntos de presión que ocasionan la aparición de callos y durezas, si es necesario la utilización de plantillas a medida.
  • Cortar las uñas correctamente para evitar que generen roces en los dedos.
  • Evitar caminar descalzo sobre superficies duras.
  • Acudir regularmente al podólogo para una revisión y cuidado profesional de los pies.

Cuidar la salud de los pies no solo previene la formación de callos, sino que también contribuye a mejorar el bienestar general y a evitar molestias en la movilidad.

Carmen Moral Autor
Carmen Moral es licenciada en medicina y cirugía por la Universidad de Zaragoza y Bachelor in Podiatry por Westminster University London, y es uno de los podólogos en Zaragoza de mayor prestigio.

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